martes, 29 de septiembre de 2009

BIOGRAFÍA INÉDITA DE DANIEL ALCIDES CARRIÓN


Daniel Alcides Carrión, fotografía auténtica


5 DE OCTUBRE : DÍA DE LA MEDICINA PERUANA


En esta oportunidad, queremos rendir homenaje a Daniel Alcides Carrión, Mártir de la Medicina Peruana, sobre quien se ha escrito muchas biografías y sobre quien se han hecho innumerables comentarios respecto a su inmolación el 5 de octubre de 1885.

Sin embargo, los médicos carrionistas siempre hemos reconocido su ejemplo y sacrificio. El Perú entero también lo ha hecho, muchas instituciones, colegios, hospitales, asociaciones médicas e incluso una provincia del Perú tiene su nombre y la nación lo ha declarado HÉROE NACIONAL, MÁRTIR DE LA MEDICINA PERUANA POR LEY 25342, el 4 de octubre de 1991.

A este último merecimiento ha contribuido uno de nuestros más preclaros médicos investigadores de la altura, de los hospitales La Esperanza de Cerro de Pasco y Chulec de La Oroya, el Dr. Fernando Acosta Raez, cárdiólogo y obligado orador de todas las actividades médicas por el Día de la Medicina hasta que se retiró, quien desde la década del 80 transmitía todo su fervor y rendía homenaje a Carrión haciéndolo conocer con un perfil diferente del que estamos habituados a escuchar, como héroe civil, condición que fue ganando terreno para que después en 1991 se plasmara en una Ley.


Compartimos con Uds. un resumen de esta biografía inédita.


Dr. Aquiles Monroy




HOMENAJE A DANIEL ALCIDES CARRIÓN EN EL CENTENARIO DE SU MUERTE 1985

DISCURSO INÉDITO POR EL DR. FERNANDO ACOSTA RAEZ EN CERRO DE PASCO


Deseo hacer de conocimiento de ustedes que indudablemente hubieron dos circunstancias que impactaron en la vida de Daniel Alcides Carrión: la infausta guerra con Chile de 1979 a 1984 y la participación en aquel entonces de dos hombres de ciencias médicas, ambos de nacionalidad chilena: Sanfurgo e Izquierdo.

Daniel Alcides Carrión nació un 13 de agosto de 1857 en esta opulenta ciudad de Cerro de Pasco, bajo cuyo cielo nos estamos cobijando, reunidos en homenaje a su hijo predilecto, contaba con 22 años de edad y ya vivía contemplando las contingencias propias de un país agitado tanto por las rencillas sociales de la época, como por la gran inestabilidad de las instituciones tutelares de la nación y por último la invasión chilena al territorio peruano.


Baltazar Carrión, médico y abogado ecuatoriano, padre de Carrión


Dolores García Navarro, dama cerreña de Quilacocha, madre de Carrión



Carrión luego de culminar brillantemente sus estudios secundarios, había ya ingresado a la Facultad de Medicina de San Fernando, cuando el invasor chileno aprovechando las luchas intestinas de los caudillos peruanos comienza a invadir el sur de nuestro país, hasta que llega el día en que logra amenazar con ingresar a Lima.

A medida que el ejército invasor chileno venía asolando y saqueando los pueblos del sur del Perú y se acercaba a Lima, hombres de todas las edades lograron organizarse en medio de una desorganización del gobierno de turno. Aquellos patriotas para defender la ciudad de Lima empuñaron piedras, palos y las pocas armas que disponían.

La patria herida en su orgullo había destinado a Carrión para algo muy sublime. Los estudiantes de la Facultad de Medicina de San Fernando vivían la inestabilidad nacional a la par que iban incentivando su sentimiento patriótico. Es entonces que los estudiantes sanfernandinos fueron a integrar el “Batallón Independencia” asignados a los campos de San Juan y Miraflores, lugares donde entraron en acción y allí precisamente en medio del fragor de la batalla y entre el torbellino de las balas encontramos a Carrión, dirigiéndose hacia lo más avanzado de las trincheras en auxilio de amigos y compañeros compatriotas, cumpliendo así como tantos otros su sagrado compromiso con la patria con gran heroísmo.

El invasor por su superioridad numérica y mejor organización y disponibilidad de armas y siguiendo nefastas consignas, comienza a destruir toda evidencia de progreso y nacionalismo. Es así que destruye los museos de Lima, saquea la Biblioteca Nacional y a la Facultad de Medicina la convierte en un cuartel ocupado por los chilenos.

Se produce entonces el receso de la Facultad Sanfernandina y Carrión al igual que sus compañeros, secretamente comienzan a asistir al domicilio de sus profesores para recibir clases. En esas circunstancias nefastas para la patria, Carrión cursó sus años segundo, tercero y cuarto de la Facultad de Medicina.

Durante los años de su preparación médica, Carrión acudía a visitar a su señora madre residente en ésta, su ciudad natal Cerro de Pasco, algunas veces lo hacía a través de la cruce de la Cordillera de la Viuda y otras veces por Matucana.




Puente Verrugas, cerca de Matucana, en la época de la construcción del Ferrocarril Central



A la tristeza y nostalgia de las secuelas de la guerra en el país, Carrión sumó el recuerdo del profundo drama que vió y que se desarrollaba en la construcción del ferrocarril de Lima a La Oroya, donde morían innumerables obreros por la Fiebre de La Oroya. Tantos murieron, que se llegó a decir que cada durmiente que se colocó en la construcción representa una vida humana.

Cuando en 1883, mediante el Tratado de Ancón, se firma la paz peruano-chilena, Carrión se integra al hospital “Dos de Mayo”, donde reinicia sus estudios universitarios y amplía sus conocimientos sobre la enfermedad que tanto le inquietaba.

Sucede entonces la segunda gran circunstancia que impacta en el alma patriota de Daniel Alcides Carrión. El médico chileno Izquierdo que había estudiado en Alemania con Virchow, publica su trabajo titulado “Microbio de la Verruga Peruana” en el “Archiv fur Pathologishe Anatomie und Phisiologic und fur Kliniske Medicin”, publicado en alemán y traducido al castellano, con gran difusión en Lima por parte de los chilenos, con intenciones de aparente supremacía.

Frente a esta publicación, los médicos y estudiantes de medicina se vieron conmovidos en sus más profundos sentimientos patrióticos, más aún cuando el país no se reponía de una dolorosa campaña bélica que había agudizado enormemente el sentimiento nacionalista de todos los peruanos. La reacción de Carrión fue inmediata y tajante expresó las siguientes palabras: “No sé que me da al ver que individuos como el médico chileno Izquierdo, que apenas pudo ver unos cuantos tumores, se lance a dar opiniones y a escribir sobre una enfermedad que a nadie mejor que a los médicos peruanos les corresponde hacerlo con conocimiento de causa”

Estaba ya convencido por sus estudios realizados y detallados en nueve historias clínicas de sendos casos observados en los últimos años, preparando su tesis de bachiller y tenía la certeza de la unidad etiológica de la Fiebre de La Oroya con la Verruga y la única manera de demostrarlo era con una inoculación como prueba contundente. La posibilidad que nadie iba a acceder u ofrecerse a una investigación de ese género, hacen que le germine la idea de practicarse la inoculación como prueba contundente y única arma para demostrar al chileno, venciéndolo en el campo de la ciencia.

Y es así que un 27 de agosto de 1885, pese a las súplicas de sus maestros y condiscípulos insiste en su inoculación, la misma que le es practicada por el doctor Evaristo Chávez, con sangre extraída de un tumor verrucoso del enfermo Carmen Paredes de la cama No 5 de la Sala Nuestra Señora de las Mercedes del Hospital 2 de Mayo.

Carrión con esta acción, daba testimonio de su heroísmo y profundo amor patrio. Desde la fecha de su inoculación, Carrión anota sus observaciones en su diario de enfermo, el mismo que constituye una apasionante lectura.

En aquel diario, el mismo que constituye la historia clínica No 10, sus compañeros anotan paso a paso y día a día su martirologio y su lectura causa tal impacto, que todos los médicos carrionistas en cada semana de la Medicina Peruana, intentamos vivir la pasión de los últimos días de Carrión.

Y así leemos en el día 3 de octubre de 1885: “hoy día el paciente experimenta una agravación de todos los síntomas, tiene extrema debilidad que no le permite incorporarse por sí mismo de su lecho. En la mañana de hoy se presentó a verlo el Dr. Flores quien recomendó su traslado a un lugar más higiénico. Carrión se muestra preocupado, vacilante entre abandonar la casa de su madrina, que con solícito cariño lo asiste y no se decide a acudir a una Clínica con sus innegables ventajas. Sin embargo hoy mismo siendo las 11 am. Es convencido para trasladarse al Hospital Francés, porque habiéndole hecho presente los señores médicos que era necesario practicarle una transfusión sanguínea ene ese mismo día, comprendió perfectamente que era mejor hacerlo en ese establecimiento. Procedimos a vestirlo y colocarlo en un sofá y mientras se preparaba la camilla que había de conducirlo, se dirige al Sr. Izaguirre, alumno del primer año de medicina con estas solemnes palabras: Aún no he muerto amigo mío, ahora les toca a ustedes terminar la obra ya comenzada siguiendo el camino que les he trazado… Abraza en seguida a su respetable madrina, pidiéndole oculte su verdadero estado a su querida madre, luego dirige una última mirada a esa casa hospitalaria, mudo testigo de sus sufrimientos, se le escapa una lágrima furtiva y cae desmayado en brazos de sus amigos”.



Hospital Francés, donde muere Carrión el 5 de octubre de 1885



Estos fragmentos del Diario de la enfermedad de Carrión nos muestran al mártir con un ideal superior, con un profundo anhelo de reinvindicar el orgullo patrio y de alcanzar la cumbre en búsqueda de la verdad, con profundo sentimiento nacionalista y con gran dignidad científica.

A Las 11 de la noche del día 5 de octubre de 1885, sin que se le haya hecho la transfusión sanguínea ofrecida y luego de pronunciar la frase “est finit” Daniel Alcides Carrión ingresa a la inmortalidad.

Entonces pues señores médicos, colegas todos, seamos conscientes que el mejor homenaje a Carrión en nuestro campo, será lograr de nosotros ser “médicos dotados de grandes valores morales, que nos permita acercarnos al enfermo con cariño y no por obligación; de comprender al enfermo que sufre y no al paciente difícil o intratable; que nuestra piedad al enfermo no se deje avasallar por el apuro; que nuestras decisiones frente al enfermo sean fruto de la meditación y no fruto de la rutina y el cansancio; no olvidemos que una frase de consuelo hace mucho mas bien que una pastilla y procuremos que el enfermo vea en nosotros al amigo a quien confiesa sus angustias, sus dolores y sus secretos y que finalmente de nosotros espera compresión y lealtad”

Cumpliendo con todos estos anhelos, el Homenaje a Carrión, no solamente será por esta fecha en que se conmemora el Centenario de su muerte, sino que será cotidiana y permanentemente en todos y cada uno de nuestros actos médicos.

¡Viva nuestro héroe patrio y mártir de la Medicina Peruana Daniel Alcides Carrión!

(Resumen de biografía publicada en Actas del Tercer Congreso Nacional de Medicina de la Altura, Cerro de Pasco, octubre 1985)





Fotos de los últimos años del CM Chulec

Médicos de La Oroya en el Hospital de Chulec, octubre 2008



Médicos de La Oroya en el Hospital de Chulec, octubre 2007




Hospital de Chulec de La Oroya, que sobrevive y se resiste a morir a pesar de todo.
Ningún año desde su fundación en 1921, sus médicos, residentes, internos, serumistas y personal han dejado de hacer un homenaje a Carrión.
El 2009 por razones ajenas se encuentra descansando y adormitado pero sus médicos siempre rendirán un homenaje a Carrión el 5 de octubre







Equipo Médico 2008 del Centro Médico Chulec, en el frontis del Hospital

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